Parece ser que el sentir general es que la temporada se va a alargar un poco más hasta septiembre. Compensará el mal inicio del verano, con semanas de lluvia que no permitió la entrada de turistas hasta mediados de julio. Y el volcán. Y el Mundial. Y los controladores aéreos. Las siete plagas. En fín, que a lo mejor puedo vender vino hasta finales de septiembre. Luego será volver a comerse los mocos hasta las cestas de Navidad. Puta vida.
Sigo.
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