Llámolo desconfianza. O simple casualidad, pese a que a ciertas alturas de la vida yo ya no creo en las casualidades. Y si no al grano. Se llama José Ramón Bauzá y es el presidente del Partido Popular en Mallorca. No es santo de mi devoción si alguién se lo pregunta. Pero, o bien es Dios, y está en todas partes a todas horas, o bien me persigue a dónde quiera que vaya para saber con qué oscuros fines. Vean, vean.
Lugar: Restaurante Cal Dimoni
Día: 31 de septiembre
Hora: 22,30 h.
Motivo: Va el Bauzá éste y se sienta con un grupito de peperos de la localidad que están tramando cosas al lado de mi mesa, yo que estaba sentado tan tranquilo hablando sobre seminarios de fenomenología de la religión con mi amigo Miguel Angel y debatiendo el estado del lomo al fuego de leña que había preparado mi también amigo Alejandro, el rey de la casa.
Lugar: Plaza de Cort
Día: 4 de octubre
Hora: 10,30 h.
Motivo: Voy a cobrar a un cliente de la zona por enesima vez una factura que no consigo que me abone por excusas de mal pagador. Remojo mi desazón en el penúltimo cortado de la mañana maldiciendo la crísis. Al salir del bar, me lo topo en la acera con prisas y siempre acompañado de varios peperos que me suenan pero soy incapaz de relacionar con nombres y apellidos a los correveidiles que le acompañan.
Lugar: Restaurante Flaningan's de Puerto Portals
Día:5 de octubre
Hora: 16 h.
Motivo: Esperando al responsable de compras del restaurante, de esas veces que tienes que hacer tiempo, me encuentro al susodicho con dos individuos trajeados con aspecto también de peperos pero como de profesional liberal, ya me entienden. No comen, beben. Ya me mosqueo con este hombre por todos lados.
¿Qué le he hecho yo? ¿Por qué está dónde yo estoy? Algaida, Palma, Calvià. Tengo miedo de ir a Lluc y encontrármelo también.
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