A un bodeguero.

A ver. Paso. Simplemente, ni mejor ni peor. No voy a vender un producto en el que no creo. No voy a romperme los cuernos por ahí cuando hay un vino cuya relación calidad-precio es infumable. ¿Qué tengo fama de dejao cuando un producto no me convence? No puedo convencer a nadie de que me compre si yo no me lo creo, así de claro. Tengo mil referencias cada vez que salgo a la calle y sólo vendo un centenar fijo. ¿Que no lucho en la calle por tu vino? ¿Qué no me mato por introducir tu maravillosa marca? Pues no hagas un producto invendible, caro y limitado y encima con problemas para traérmelo a Mallorca. Si quieres tu vino en Mallorca debes convencerme a mí primero que eres bueno, muy bueno, que tienes un precio que se ajusta a lo que pides pues vinos como el tuyo tengo los que quiera y más baratos y que vas a tener que esperar y ser paciente para que vaya calando tu marca. Lo se yo y lo sabe el cliente. Salvo dos caprichosos, que siempre tengo, los demás van a tiro fijo. Esto se pide, compro. N0 sale, no compro. Así de sencillo. Pero lo que no voy a soportar, lo que no te consiento nunca, es que cuestiones mi forma de trabajar, que vayas diciendo por ahí que soy un dejao o que pase de mis vinos. Vendo lo que quiero, como quiero. Y si no te gusta, puerta.
Sigo.