Estan todos trabajando. Los amigos de siempre, desaparecidos. Los habituales, fuera, en el campo. Las máquinas a pleno rendimiento. Las camisetas, todas sucias. El olor, penetrante y frondoso (da gusto caminar entre los cacharros). La gente, atareada y sin tiempo para echar una xerradeta. Esto es la vendimia, amigos. El día no tiene suficientes horas de luz para todo el trabajo que hay que poner en marcha, dejar listo antes del amanecer o del atardecer, según. La actividad ahora mismo es frenética. Se está recogiendo callet, chardonnay, cabernet sauvignon...Dependiendo de la hora, de la viña, de la presión atmosférica, del terreno cultivado, del tiempo que hace hoy o que hará mañana. Uno como yo, al que todo esto le vuelve feliz como a un chiquillo, no puede sustraerse a la emoción de este trabajo duro, arduo y con consecuencias.
Yo sólo lo quiero vender todo, todo y todo.
Sigo.
1 comentario:
Lo que de verdad me hace feliz como a un mocoso en plena efervescencia vital y de despertar de su curiosidad de esta mundanal existencia, de verdad, de verdad es, no la recogida de las uvas, el manejo de las máquinas... en resumen, la vendimia en general, es ver de una puta vez las fotos, fotos, fotos
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